Tal vez te hubiera amado, un poquito más si me lo hubiera permitido, pero en tu afán de olvidarme desviaste el río de sentimientos que corrían hacia ti...
Y en el desespero oblicuo de mi tragedia te buscaba con mis ojos y solo me respondía el dolor, y el dolor sangra, como sangra el ala de la mariposa cuando el viento la arranca, o la hoja cuando la devora la escarcha...
Y el mar se va, y se lleva las penas, y se lleva la huellas de la playa.
Y en las noches negras la ventana estaba ahí, con las fauces abiertas como un agujero negro que a otra dimensión nos lleva.
¡Pero nada!
La ventana estaba ahí, con su fauce muerta, no había dimensiones desconocidas ni fantasmas que entrarán por ella...
Yo al fondo en un camastro de hierro viejo tenía tirada toda mi osamenta, en espera de la muerte que de mi patética y quijotesca figura se condoliera.
Pero nada más absurdo que esperar el amor o la muerte cuando se desea...
Cada día que pasé en el olvido sembré rosales, y sembré árboles, y hoy entre el bosque que sembraron mis manos, se encuentran flores, pero ningún árbol en su tallo ni la flor en sus pétalos tiene tu nombre grabado, nos hicimos a la idea de que tú no existe y te hemos olvidado...
Relatos de la noche...
Albaro Ballesteros -Colombia-
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