He observado que el Amor
igual que el camaleón,
de color cambia a menudo
según la situación.
El Amor en la niñez
de color rosa lo veo,
es tenue, pudoroso,
es inocencia y candor
ver a la “otra personita”
y llenarte de rubor.
En la adolescencia es
de un amarillo chillón,
todo es arrebato y prisa
es querer y no saber,
es mirar y suspirar
es rozar y flaquear,
ver una flor y llorar
es correr y no llegar.
Es el sol amarillento
y la luna plateada,
es alcanzar las estrellas
y quedarte con la nada.
El Amor de juventud
es el rojo de la sangre
que por las venas nos arde,
es la pasión, es la vida,
es el Amor de los celos
de la dicha, del deseo,
del abrazo y de los besos.
Besos que se hacen caricia
sobre el cuerpo tan amado
que la sangre te golpea
en las sienes, en las manos
que acarician su cuerpo
con el Amor en los labios.
En la vejez el Amor
es azul, es reposado,
es mirar al enamorado
sonreír, darle la mano,
es llorar si él está enfermo
es vivir si está a tu lado.
Es querer sin egoísmos
es darte sin nada a cambio,
es mino, es comprensión,
es saber que él está ahí
es que ella esté a tu lado.
Ya no hay prisa ni impaciencia
todo es pausado y hay paz,
es un beso en la mejilla
es un saber esperar…
Carmen Adelantado
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