El sol estremece las sombras delolvido.
Siento en mi cuerpo su cálido abrigo.
No estás, sin embargo, te siento conmigo.
Y la plaza se tiñe de luces y ruidos.
La plaza está llena de voces, de trinos.
Siguen los pasos el mismo camino.
Que ya no transito porque me fatigo.
Y de tanto llamarte no sé lo que digo.
Otoño de sueños, invierno de flores.
Primavera de anhelos, verano de soles.
Vibraciones del alma que exaltan amores.
Y entibian mi vida de tenues sabores.
Aunque no estoy solo la plaza es toda mía.
Me entrego a su paz, su belleza, su armonía.
Y soy un hombre triste, pura pena, sin intrigas.
Que te añora en esta plaza evocando golondrinas.
Eduardo N. Romero -Argentina-
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