Que maravilloso ha sido
el disfrute de tu centro,
y mi pensamiento atento
permanece sumergido,
en el sublime quejido
que de placer me estremece,
si mi alma se desvanece
cuando yo disfruto de ti,
al penetrar con frenesí
en ti, repetidas veces.
Dulzura de tus montañas
su cúspide deliciosa,
tiernos botones de rosas
que con su néctar tú bañas,
guarapo dulce de cañas
llegan al valle morboso,
al tú, llenarme de gozo
en tan delicioso vaivén,
para ti he creado también
este jugar fantasioso.
Hermosa y suave ladera
que mis manos acarician,
recorridos que se inician
en tus sublimes caderas,
y mis ansias tú incineras
en ese río fronterizo,
que recorro con hechizo
como jugosa sandía,
es tu bella retaguardia
quien mi virilidad deshizo.
Roberto Batista Pargas.
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