Sé que te ríes nada más de imaginar que estoy pensando en ti. Que estoy completamente perdido tratando de acertar este laberinto que me lleva a ti, de descifrar lo indescifrable, de solucionar el acertijo de tus gustos, tus sueños e ilusiones, de componer este rompecabezas de tu cuerpo y de tu alma, de resolver el crucigrama donde tus negativas aparecen por doquier, de adivinar el talón de Aquiles de tu invulnerabilidad, de dilucidar cómo debe ser la flecha que lance a tu corazón.
Sé que tienes los ojos cerrados a tu alma, tu impenetrable alma, dura como una piedra, insensible como la muerte, con frialdad de témpano y ciega como la noche más oscura, donde se pierde la esperanza, escondida en lo más infinitamente recóndito de tu propio corazón.
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
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