miércoles, 1 de agosto de 2018

A RITMO DE VALS LENTO


Entro a ese exilio que es la muerte.
Aspecto manso, pobre cosa caída de lo alto,
donde elevan los falsos sueños.
Inmóvil, desteñido ya de mitos,
oigo voces que fueron reserva, silencio:
-A mi manera, yo le quise.
Y se eleva el Alma junto a imágenes desleíbles.
Y todo rumor va a ritmo de Vals lento.
Afuera aun es noche y los que fueran mis amigos
apuran los últimos aguardientes.
Vida, no he venido a odiarte, sino, a padecerte.
Regreso de un largo viaje en pensamiento y me veo
bohemio:
Viví superficialmente, exteriormente, confuso,
entre niebla, y mi gran lujo, después no sirve de mortaja.
Sin embargo, fui amigo y confidente de una Mujer,
profesora de música.
Cómo admiré su escala humana:
Le brillaban los ojos como cielos hablando de su cátedra,
dictada en la Universidad.
Nos buscábamos alguna tienducha y libábamos cervezas.
Sentados en sillas tambaleantes, sin tener en cuenta
la bruma del mundo, sólo hablábamos de música.

Del libro En las cartas que leía la Bruja de OMÍLCAR CRUZ RESTREPO 

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