ACUDE,
siempre acude, cuando menos lo esperas.
Imaginas
que has muerto y sin embargo el que se levantacada día en tu propio lecho, después de los insomnios
y de las pesadillas, eres tú mismo, que por alguna razón
que no entiendes sigues vivo, como en una película
de la Coixet, mi vida sin mí, o la vida secreta
de las palabras, que son ahora lo único que tienes.
Siempre acude ese vano fantasma que atiende
por tu nombre y se comporta con cierta naturalidad
e independencia. Otros dirían cordura. Tú sabes, sólo tú,
que es mentira esa vida que finge el personaje,
que va y que viene y que a veces no coge el teléfono
a los amigos, si es que alguno llama, para que crean
que ha muerto. La verdad sólo lo sabes tú, pero el otro,
que no eres tú, pero puede parecerlo, tiene vida propia,
a veces se comporta como tú antes de morir,
y puede ser hasta brillante en una conversación
banal o acaso en una cena de compromiso.
Tú lo conoces porque eres tú mismo
cuando aún estabas vivo y paseabas por la ciudad,
tomabas el metro, acudías a las salas de cine,
escribías en fotologs y comentabas, siempre con acidez,
tu vida y la vida del mundo de los otros. Ahora ellos
creen que aún sigues vivo, pero tú sabes
la verdad: hace ya mucho tiempo
que te has muerto, a pesar que todavía
alguien con tu mismo cuerpo sigue habitando
tu casa, apenas se alimenta y espera, siempre espera
que la dignidad le impida morir de viejo,
sin memoria, como un juguete roto e inservible
que el tiempo pisotea y abandona.
JOSÉ INFANTE -Málaga-
Publicado en Luz Cultural
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