sábado, 6 de mayo de 2017

ÉXODO


Con la lluvia
llegó también el polvo.

En los párpados de los recién aparecidos
resplandecía la tierra hecha tempestad;
polvo que se había fijado
como la imposibilidad de lo disuelto
y los despellejó
cuando la casa no tuvo más remedio
que sacudirse y arrojarlos.

Una tarde
sin preámbulo,
cubrió los muebles
el tocador saturado de arpones
y los objetos de cocina
que oxidados ya,
empezaron el descenso antes que los otros.

Los pájaros fueron los primeros en partir,
desde la cerca observaron aquella borrasca
que se había iniciado como pequeñas palabras
que van cayendo desde lejos
hasta inundar la página.

Lejos,
los árboles enmohecidos.
Esa fue una de las visiones más terribles
antes de alejarnos,
honestamente solos
contemplaron por última vez la claridad.

Todo se fue hundiendo
en lo remoto de la vida,
todo se fue borrando
-contaron los extranjeros-,
solo nos quedó este espanto
de hombres que envejecen
y trazan sobre lo ausente
la tenacidad de un símbolo.

-Quizá la próxima vez
alcancemos a cubrir los árboles
para que no nos vean marchar
mientras se ahogan;
quizá la próxima vez
podamos echarnos a la espalda
algunos hierros
para desenterrar lo que se pueda,
si después hay tiempo-.

Camila Charry Noriega -Colombia-
Publicado en La Náusea

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