No fuimos descendientes de reyes ni licenciados
y mi abuelo recogía la nieve
amontonada en las calles de Hamburgo.
Lo único que trajimos fue coraje, el buche
y los sueños en las maletas.
Aferrados al mástil del buque
taconeado de niños enfermos
de vivir con la peste y el hambre,
de mujeres que parían en la cubierta
y otros que dormitaban en los pasilloso
de a tres en los camarotes.
La maldición de errar por los mares
había terminado.
GLORIA DÜNKLER -Chile-
Publicado en Gaceta Virtual 123
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