¿De
qué dios fueron sílabas, escanciados balbuceos,
los
estallidos de ira, los maremotos más salvajes,al proferir de por vida falsas dulzuras y anatemas?
por último, ni Churyúmov ni Guerasimenko,
de la Academia de Ciencias de la URSS,
acudieron a la cita fijada en un punto de la estepa.
ligera como un rumor, la habitante hoy se desliza
por los rincones más íntimos de su lúcida belleza:
en cada una de sus huellas amaga un temblor.
Del libro La habitante del cometa 67/P Churyúmov - Gueramisenko de Alberto Szpunberg -Argentina-
Publicado en Estación Quilmes
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