19
No sabía chupar ni sabía meterse. Todo en él merecía quedarse afuera. Bien afuera que esté.
20
El ombligo oblongo. O. Vista apaisada del ombligo. Té canalla. Varios invitados y ninguno. Ejemplifón. Ejem solo. Casi era un chiste con él. Se hubieran, pocos, atrevido. Mientras que a nada hubiésemos llegado. (La pobre se fue con su narcisismo entre las piernas.) Desensatá tu pelo. Él resplandece con una sonrisa de pajarera. Cuando esta flor se abra... ¿Por eso me cuesta?... Tan allá no puedo con mi boca. Subida a los zapatos, sin dificultades. Las púberas pertrecheras empiezan a probar sus caras de interesantes. (Va acunado.) (La ranura genial.) Quejándote: “¡Qué esfuerzo, Dios mío, qué esfuerzo!” Y surge entonces como un anuncio, como un rastro.
Del libro El ombligo oblongo de
ROLANDO REVAGLIATTI -Argentina-
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