martes, 31 de diciembre de 2013

CLAROSCURO


El sol escapa a lomo de arreboles.
Poco a poco la sombra se esfumina
borrando de la faz los tornasoles.

La luz entre los árboles declina.
Todo se torna mágico y sensual
como el adagio de una sonatina.

Un sauce cimbreante y colosal
en la penumbra sin pudor arquea
para besar al río fantasmal.

El agua blanda y lóbrega acarrea
una rama reseca y solitaria.
Entre el follaje un pájaro aletea

y abana en el mutismo una plegaria.
Paisaje nocturnal, a su conjuro
la luna, vanidosa luminaria,

en el espejo plácido y oscuro,
se busca entre luciérnagas y estrellas,
mientras el tiempo repta sin apuro.

2

El sol regresa lerdo por sus huellas,
se entretiene en la fronda prisionero.
Estallan de color las cosas bellas;

tremola la garganta del jilguero.
La vida se renueva cada día
y cada amanecer es el sendero

a un mundo de infinita algarabía.
Pentagramas de acordes y de escalas
en brillante y perfecta sintonía.

El río al despertar muestra sus galas
y en círculos concéntricos navega,
rozando apenas las sutiles alas

de la cigüeña que a posarse llega.
Se aproxima el rumor del caserío
y la noche aterida y gris se entrega.

La niebla se sacude del hastío;
perfuma de humedad a la maleza;
y abandona un jirón en el bajío.

Claroscuro, espontánea belleza,
noche y día, quietud y regocijo.
Presea que nos da Naturaleza
que en perfección y gozo nos bendijo.

Delia Esther Fernández de Hernández
Tercer Premio del XIX Certamen Carta Lírica


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