El desmonte (o desmierde) de Canal Nou sigue su curso. Las labores previas de manipulación realizadas los últimos años han dado su fruto: facilitan que ahora se apliquen los protocolos previstos para el desmantelamiento y reparto de un servicio público. Y que se respeten, además, los intereses comerciales y propios del jefe el cotarro- ¿tiene nombre y apellido, este buen señor? ¡Seguro!-. Sus esbirros, que también deben tener nombre y carnet del partido, esperan ansiosos para darse un festín con los despojos. A vista de pájaro, no parece que se estén siguiendo los procedimientos de higiene y transparencia exigibles a un proceso que levanta tantas ampollas, pero tanto da. Los que van a pillar cacho lo pillarán, y los demás pagaremos tan colosal juerga sin decir esta boca es nuestra. El matarife nos ha explicado que es por nuestro bien, que el sacrificio nos librará de una alimaña televisiva devoradora de hospitales, escuelas, viudas y minusválidos (y hasta de osos panda, si me apuran). Hasta ahí no hay crítica posible: los lujos hay que pagarlos, y cuando no hay para pan, menos hay para tortas merengadas. La razón se impone, al fin, tras años locos de despilfarro, mangoneo, choriceo y jugadas maestras de los paniaguados con “amigos influyentes”.
Pero mientras esta maniobra sigue su curso, aportemos un par de datos que vendrán a iluminar la escena: durante los más de siete años que “Tómbola” se emitió en Canal Nou, Jesús Mariñas, Karmele Marchante y Lydia Lozano ganaban un pastón indecente a costa del erario público. El insufrible Mariñas ganaba 6000 euracos por programa (24.000 al mes, vamos). Además, como tertuliano de un programa diario, cobrara 20.000 euros más, mensuales. En total me salen 44.000 euros al mes, más otros gastos que corrían por tu cuenta y por la mía, y que no iban precisamente a pagar escuelas, hospitales y el despioje del susodicho oso panda. Ahora desaparece Canal Nou, aunque el fenómeno de la mierda televisada sigue muy vivo. Y sigue costándonos un ojo de la cara. Pero sarna con gusto no pica, ¿no?
El asco que siento no me deja dormir. Como decían los de Supertramp, “Crisis, what crisis?”.
Inés Matute
Publicado en Agitadoras Revista Cultural
Tele
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