sábado, 24 de noviembre de 2012

ARTE


Por Enrique Luján Salazar

El cuerpo es la luminosidad opaca donde los significados se construyen y se confunden. La obra del
cuerpo padece la precariedad y la contingencia de la carne, vive su propia incertidumbre. Encuentro
de la carne y la palabra mediante la propuesta artística que muestra y oculta la expresividad
doliente y abierta de lo desconocido.
Líneas serpenteantes, grabadas hendidas por el látigo de las gubias, trazos contoneantes como el
talle de una mujer. Obras cuya deriva rizomática busca sus espacios quebrando la perspectiva y
perforando la pintura misma. Fuerza intempestiva que nos ofrece el cuerpo como medio de
expresiones que contienen mensajes cifrados, interpretaciones que pueden ser elaboradas hasta el
infinito mediante un conjunto delimitado de elementos.
Apasionante coincidencia de una búsqueda artística constante que ahora nos presenta Moisés Díaz. En una síntesis muy personal, en una figuración abstracta construida por voluntad propia y fiel a sus
convicciones…
Arte genérico que permite ver el flujo de la vida y que, a partir las inscripciones que va mostrando el
cuerpo y sus alrededores, reconfigura lo dado, se metamorfosea a sí mismo para presenta lo no
visto, lo imposible…
El cuerpo, los cuerpos fragmentados hablan, a través de la obra de Moisés, sobre todos los placeres, todos los dolores, todas las metamorfosis de las que es capaz el ser humano. Oscila desde el grito hasta el silencia.
A partir de la indefensión y la precariedad del cuerpo fragmentado nos lleva, desde la singularidad de algunos cuerpos, a nuevos encuentros, el viaje a otras galaxias corporales abstractas. Promueve su propio desdoblamiento en otras alteridades que se tocan mediante flujos de palabras laforgueanas. Composición y recomposición del cuerpo humano.
Transmutación del logocentrismo occidental a la materialidad de los signos lingüísticos en la obra
artística. Repliegue de sí mismo para acceder a lo inaccesible a través del cuerpo, de figuras hieráticas y desmembradas, hinchadas de frutos y palabras.
Se trata de una estética corporal que nos lleva a pensar en la significatividad de la carne propia… Se
trata de una experiencia y experimentación intensa y lúdica del cuerpo y el lenguaje mediante el manejo artístico de materiales diversos que se conjuntan y se superponen para sorprender nuestra imaginación.

Moisés Díaz Jiménez. Aguascalientes, Ags., 1953. Dibujante, pintor y grabador. Estudió en la Casa
de la Cultura de Aguascalientes, Centro de Artes Visuales y el Taller de grabado José Guadalupe
Posada de Aguascalientes, Ags. Su obra se ha expuesto en varios foros del país entre los que se encuentran: Museo Rufino Tamayo, Museo José Luis Cuevas y el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México, así como el Museo de Arte Contemporáneo de Gómez Palacio Durango, y el Museo de Arte de Querétaro, Qro., entre otros. Ha recibido varios premios como el del III Encuentro Nacional de Arte Joven de Aguascalientes, Ags., el 2º Premio de adquisición del Salón de Octubre, Guadalajara, Jal., y en dos de las versiones de la Bienal Nacional de Pintura Salvador Zubirán obtuvo los premios de adquisición, México, D. F., entre otras distinciones. Su obra se encuentra en colecciones públicas y privadas del país.

Publicado en la revista LetrasTRL 41

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