No soporto los días que me nacen
con la mirada huera por las horas
y un silencio cruel en la palabra.
Se diría que me he roto en el tiempo,
que floto en la marea del vacío
sin rumbo y escorada ante la niebla.
Y es inútil buscarme en el segundo
cuando me muero en mí fibras adentro
y el mundo se hace corcho a los sentidos.
Siempre queda un parís y otros instantes
donde enterrar la culpa de robarme
bocados de la vida a dentelladas.
Isabel Miguel. España
Publicado en la revista Oriflama 20
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