martes, 4 de septiembre de 2012

NI LOCOS NI TONTOS


a Paco Velazquez, se lo debía

No marca el reloj las nueve todavía y  en las puertas del Castillo de Santa Catalina se agolpa la gente camino a la despedida del día, a la puesta del sol. Grupos de señoras como recién salidas de la peluquería se entremezclan con parejas de turistas con la piel en proceso de adaptación al sol gaditano. Jóvenes parejas, ella empujando los carritos llenos de todo menos de niño, él con el chaval a hombros medio dormido. Un grupo de monjas vestidas de seglares, ríen las gracias de una joven con acento mejicano, de pelo negro, negrísimo, que va vestida casi como una monja.

Todos van acelerando el paso una vez en el patio al que se tiene acceso, nos seguimos unos a otros dejándonos llevar por la corriente general y por una música chill out a todo volumen, que suena desde a parte superior del recinto. Llegamos a la pequeña explanada, donde troneras y cañoneras están orientadas hacia poniente. La gente va tomando posiciones, la primera fila ocupada, la segunda acaba de llenarse, en una tercera fila entre carrito sin niño y señoras con olor a laca tomo posición. En un cielo sin una nube, un gran circulo rojizo se aproxima lentamente a juntarse con la mar,  casi llega a tocar ya al horizonte. La marea vacía deja ver las  piedras ostioneras del fondo. Intento situar donde estaba situado el templo sagrado fenicio, mientras todo se envuelve de una neblina rojiza, los colores viran por segundo a los tonos mas calientes. El sol se nos está yendo  poco a poco, y es curioso, es la única hora del día en la que deja que le miremos a la cara, de frente, directamente.

Empieza a sonar un instrumento de viento, suena a antiguo, a muy antiguo. Al fondo, aprovechado una de las torretas, un chaval de no de más de veinte anos, pelo corto, barba de dos días, moreno, muy moreno, sobresale de los demás. Mientras  mira de reojo al sol, toca esta música triste, más que triste de ritual a los dioses, de cuando los dioses eran más de tres y formaban familias y linajes de varia generaciones, de cuando se casaban con humanos y tenían proles de medio dioses.

Así poco a poco, la luz disminuye de intensidad pero no de policromía, el día se va, y como Paco Velázquez escribe, "Empieza la Noche".

Los primeros aplausos para despedir al sol son callados por el propio sonido de la flauta, que sube de volumen. El flautista mira insistente desde su posición privilegiada al sol casi ya desaparecido, 10 segundos, 30 segundos, y los ojos del chaval de no más de veinte años, cada vez más grandes. Los colores empiezan a cambiar otra vez, pero de la semioscuridad, de los rojos más apagados de cuando el sol se ha ido, la luz va adquiere tonos más luminosos. De un cielo ya con zonas en gris oscuro, se van recuperando aquellos azules que poco antes el día dejó escapar con el sol. Mucho más rápido, la claridad del atardecer retorna. El sol, el gran circulo naranja, vuelve a aparecer saliendo del mar, justo donde hace tan solo unos momentos se había escondido. El flautista deja de tocar. Un murmullo de miedo, de sorpresa, deja paso al silencio mas absoluto, ni viento, ni olas, ni mar, nada, solo silencio, el día había vuelto.

Un hombre a lo lejos, más con pinta de fauno que de persona, desde las piedras que la mar vacía deja al descubierto, aclara a gritos:  ¡Nada,  que hay luna llena y ha vuelto a despedirse!  Todos, que estábamos orientados al poniente giramos la cabeza hacia atrás, hacia levante con la cadencia de la natación sincronizada. Y allí estaba ella, llena, absolutamente llena de vida, blanca, luminosa, jugando a hacer invisibles a los planetas que siempre la escoltan.

Luz de luna, luz de vida también. Otra clase de luz que la del sol, ni mejor ni peor, diferente. Porque si el día es vida, la noche compite con él, la vida no se interrumpe, sigue, se transforma y se crece. Siguiendo con Paco Velázquez,

Empieza la noche,
sigue la vida,
me la echo al hombro,
limpio sus ojos de llantos inútiles
y la paseo por el parque,
entre los jardines aún irisados
que acostumbro a encontrar
en el día y la noche

Por lo demás, empezamos el mes con IVA, sin sanidad universal, a partir del día uno, un millón menos de cartillas medicas, un millón de personas sin papeles, casi sin país, sin recursos, fuera de todo, el gobierno dice que si les va a atender si enferman, pero que se lo paguen, nos toman por tontos. Justo al mismo tiempo, a aquellos que se forraron y especularon con la vivienda, les dan dinero para que no pierdan dinero, creamos bancos malos, que pagamos todos, con todas las mierdas que crearon y dentro de quince anos ya veremos., se creen que somos tontos.

Arde Málaga, cientos de militares, bomberos, protección civil, se juegan la vida durante día y noche luchando contra el fuego, parece que provocado. Ponen su trabajo, su esfuerzo durante día y noche por todos, porque son nuestros servicios públicos, nuestros funcionarios. Mientras les desprestigian, les llaman de todo menos bonitos, les reducen y reducen el sueldo en la mejor de las situaciones, pero son solo y simplemente funcionarios al servicio de la sociedad, se creen que somos tontos.

Yo ya he pagado el autocar para ir a la manifestación a Madrid el día 15 de septiembre, a decirles, que no, que así no, y que no soy tonto.

FERMÍN APARICIO
Publicado en el diario digital diariobahíadecadiz.com

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