jueves, 6 de septiembre de 2012

LO QUE DURA UN VIAJE


Y nada más existió hasta el próximo tren, sólo ellos dos y el silencio sepulcral de la estación vacía. Se tomó su tiempo, él sabía que lo tenían. Desde la ventana de la garita podía controlar las miradas indiscretas. Contempló fijamente los ojos de la joven. Le sorprendió cuan fácilmente lograba que se alejara de su mundana existencia. Le hacía sentirse vivo. Su momento íntimo pasó rápido. El pitido del siguiente tren entrando en la estación y la navaja resbalando por el cuello, ahogaron el grito sordo de la joven. Notó un golpecillo en el cristal, alguien necesitaba un billete.

AZAHARA OLMEDA

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