Mientras se alejaba no pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento. Había vivido allí sus mejores momentos. Recordaba a la primera, Rose, era pelirroja, sus enormes ojos verdes permanecieron abiertos en todo momento y en ellos pudo ver una excitante mezcla de desafío y suplica. Marie fue la segunda, si cerraba los ojos aun creía poder sentir como la vida se le escapaba cuando apretaba fuertemente su cuello. Hubo muchas más, decenas, todas tenían algo singular. Pero Julie era diferente, especial, era la única que había logrado huir. Recordaba su larga melena morena y sabía que algún día sería suya. Notó que las esposas le apretaban, agachó la cabeza y entró en el coche policial. No había abierto la boca desde que el primer agente le puso la mano encima y seguiría así hasta el momento justo en el que le dejaran solo, tenía que guardar a buen recaudo la horquilla que le proporcionaría la libertad.
AZAHARA OLMEDA
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