Recuérdame cómo era antes, amor.
Antes del barro compartido.
Cómo era, lo que ya no soy.
Cómo era lo que sigo siendo.
La que acercaba su voz de hierba a tu silencio.
Pigmalión no ha encontrado a Galatea.
La estatuilla, yace fragmentada. Ya no está.
Tampoco está el hombre de los ojos tristes.
El amor ha pasado como pasa la infancia.
El viento, los naufragios, el temblor de los astros.
Ha callado el crepitar sonoro del brocal de greda.
Me han llamado, otras voces, otros viajes.
Me entregado y he sido prisionera.
Errante, amante, prisionera.
He elegido, la voz que no me llama.
Se me ha dado lo que se me ha quitado.
Más, lo que se me ha quitado es lo que se me ha dado.
Tierra se me ha quitado. Tierra se me ha dado.
Y aquí me tienes, de vuelta, amor.
Fatigado corazón de tierra, aún palpitante.
Amelia Arellano -Argentina-
Publicado en Suplemento de Realidades y ficciones 85
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