La paloma tiene el cuerpo lleno de ojos de niños muertos, porque quien la crió tomó sus medidas, calculó cuantos cabían y, cuando al fin determinó el número, empezó a decapitar los chiquillos de cinco años, rubios y de ojos verdes, grises, azules y violetas que encontraba, y luego de sacárselos con un cuchillo de painita, recogía la sangre en un hermoso cuenco de alejandrita, y los iba pegando sobre el plumaje y alas del ave. Ahora, cuando abre las alas, es una mirada multicolor viva y muerta lo que brilla en su vuelo, y emite una hermosa melodía que quiere ocultar,(a veces lo consigue), el llanto que le recuerda al mundo que su belleza costó tanta inocencia, mientras su criador sigue sin saber la finalidad del sacrificio…
Victor Diaz Goris
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