Para salir al sol del universo
tengo dos alas de misterio.
Son las mismas que estrenaron
los caminos
los adioses
los destierros.
Voy tras mi cansancio que no duerme
lo persigo
lo devuelvo a su trinchera
porque nunca más lo quiero
en mi aposento.
A veces en la penumbra gris
de mi refugio
se proyectan las luces de la calle
aguijoneadas por la ambición de sol
de los que somos
un invierno anticipado.
El frío zarandea
cada perla abandonada
en mis mejillas viejas
en cada gota sal que se ha prendido
desde el invierno aquel en que te fuiste.
Sólo dolor destila mi guitarra
sólo un gemido dilatado en sombras
a veces encogido como gorrión herido
con sus alitas rotas
quebradas por la vida.
Viento silbando mi canción de despedida
guitarra que se entona
garganta que se aprieta
que desgaja mi voz
y se proyecta a la visión
de ancianidad de mi pasar.
Un bandoneón oculto en la tristeza
contesta mi plegaria
con tres contemplaciones de mi suerte
nostalgia/soledad y vino tinto
donde escondo mi pena
goteada
lentamente
para beber otra vez de esa amargura
que envenena mis días
como una pesadilla
y me endulza las noches con mentiras.
Beatriz Ojeda
No hay comentarios:
Publicar un comentario