Él anda ensimismado y, aunque la mira, no se percata de que existe. Cuando se cruzan, ella le da una bofetada. Él, estupefacto, gira y la contempla alejarse. Repara en que es hermosa. Exuberante. Y, sin poder evitarlo, se lleva una mano a la cabeza y se acomoda el pelo. Ella, un poco más allá, dándole la espalda y sin dejar de caminar, hace idéntico gesto para acomodarse la larga, sedosa, extendida y flameante cabellera. Después la mano cae hasta su seno.
Del libro Bla bla bla bla bla sobre el amor de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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