Una bestia terrible resbala sobre todo:
terrible como decir “yo permanezco”,
de la tribu que puede cruzar sobre una hoja de afeitar
tomándose su tiempo,
arrastrando su fuerza pausadamente
sobre el agudo diminuto abismo
que separa un lado de otro lado.
Y no puedo ver la sonrisa de esta casi cosa
tras su hazaña que no puedo imitar,
yo, frágil materia que solo puede aplastarla,
ella, como casi todas las cosas, fuerte gelatina
determinada a seguir sin que yo exista.
Para mí, la certeza es el brilloso camino de su nunca.
Luis Benítez -Argentina-
Publicado en Suplemento de Realidades y ficciones 85
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