lunes, 13 de agosto de 2018

TEOLOGÍA TAINA


 (Fragmento del artículo de 1909 Sabiduría India)

     Tenían los indios dos dioses, los mismos dos dioses que tienen los cristianos: el Dios del bien, y el diablo, o Dios del mal. Pero al revés de lo que han hecho los cristianos, los indios no le hacían ningún caso al Dios Bueno, y ponían grandes empeños en ensalzar y adular y tener contento al Dios Malo.
     De modo que mientras el pobre Dios Bueno de los indios bostezaba olvidado en un rincón, el Dios Malo sonreía satisfecho viéndose objeto de todas las zalamerías y carantoñas del culto indio: templos, oraciones, regalos, penitencias, sacrificios, besuqueos de beata, que allí también había beatas, aunque de taparrabo, etc.
     Como se ve, el culto de los indios era el mismo de los cristianos, pero invertido: los cristianos adulaban al Dios Bueno; ellos adulaban al Dios Malo.
    ¿Quién se iba a figurar que el pueblo indio, bárbaro y grosero, iba a darle tan provechosa lección de sensatez y diplomacia a los civilizados y empingorotados cristianos?
     El Dios Bueno, todo bondad y mansedumbre, y por consiguiente inofensivo, a un rincón...
   Al Dios Malo, lleno de perversidad, alevoso y marrullero y difícil de contentar, festejos y zalamerías hasta no poder más.
     En cambio los cristianos, católicos y protestantes, llenan de alabanzas y festejos al Dios Bueno, que por su misma bondad no quiere ni puede matar un mosquito, y llenan de improperios y maldiciones al Dios Malo.
     De modo que ponen todo su empeño en conquistarse la buena voluntad del Dios Bueno, que no puede, por mal que lo traten, tener mala voluntad, y que no necesita, para ser bueno, de festejos ni zalemas; y, en cambio, al Dios Malo, al diablo, al que es fuente y raíz de todas las desgracias y tribulaciones humanas, lejos de aplacarlo con oraciones y sacrificios, lo insultan y provocan de mil maneras. Y ¡es claro! el Dios Malo, viéndose ultrajado de tantas maneras, en lugar de ablandarse cada vez se pone más rabioso y más dañino. Y por eso abundan tanto por ahí las tentaciones y son tantas las pobres almas caídas en las uñas formidables del demonio...
     Decididamente, entre el culto de los bárbaros indios y el culto de los civilizados cristianos, me quedo con el culto de los indios, que tuvieron la admirable sabiduría de adorar al demonio para tenerle mansito y contento.
     Y entre la época antigua, morena y salvaje, y la época moderna, blanca y civilizada y aduladora del Dios Bueno, me quedo con la antigua.
     La primera trae a mi alma efluvios vivificantes de selva virgen... La segunda me llena el espíritu... ¡de hedores infernales de mercado!

Publicado en el blog nemesiorcanales
Compartido por Osvaldo Rivera

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