Hoy se fue sumergido en el silencio
que siempre fue su tiempo.
Se fue con el adormecido viento vespertino.
Quizás llevaba un adiós oculto entre sus manos,
y en la curvatura de sus labios su última palabra.
Con un andar ligero como quien huye del recuerdo,
se marchó entre trompetas del olvido,
con el suplicio de sus verdades en los hombros.
Él sabía que ésta no era su tierra de cultivo
porque solo cultivó banalidades.
Raquel Alejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario