¡Un año más a los pocos que tengo!;
un año más de los que aún se quedan,
donosos, sin mirar si vienen o van;
… años que tan seducidos mantengo.
En racional testamento convengo
dar, todo aquello que dicen que dan
quienes de su purgatorio obtendrán
el perdón que, sin testar, yo no obtengo:
¡Brujo amor de infiel catadura!,
que mi ardiente sangre envenenas
con cicuta infame, de lo más pura:
¡Traidora flecha!,... que de amor llenas
la cruenta herida que me tortura
y vacía de color a mis venas.
Rabia de rota promesa;
dolor por quién ya se ha ido:
¡Un amor tan estúpido
que solo profesa
quien reniega de Cupido!
Van mis ganas de olvido
con la muerte del pequeño dios,
que hizo nacer entre los dos
en un mórbido descuido,
el amor que hoy olvidamos:
“Aquí yace,…y yace bien,
quien no quiso sorprender
al amor del que ansiaba ver
su manera de amar, y a quien
tanto dijo querer”
¡Se acabó el dolor
de tan larga espera!;
… para quien ya no desespera
con la muerte de aquel amor
que quiso a su manera.
Paco Aguilar i Espada
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