NO ES ÉL, NO ES QUIÉN

no dijo hoy día el señor Bécquer ese de su tiempo pasado, pero hoy presente
las obras de la imaginación tienen mucho con la realidad
de hoy,
imaginemos en cada cuerpo con su alma de ser humano
que no existe el cielo oh paraíso infinito necesitado
para todos,
es fácil si lo intentas sin ese posible infierno dentro
en cada uno.

desea arriba o sea ahí abajo en cada mundo de cada ser
con vida
de los que razonan,
imaginando a toda la humanidad y gran parte de los terrestres
estando en al ahora en este ya del segundo de ya o sea hoy.

viviendo ahora en ese lugar donde no hay país alguno
bajo ese mismo techo que muchos llamamos cielo infinito ahí arriba,
pero a pesar de esos muchos seres terrenales tienen su cielo aquí debajo
en cada uno de ello al estar cargados de vida filosófica-mente vivido.

no importando esa posible mal llamada raza y mucho menos religión
imaginemos a toda la gente viviendo en paz,
sobre el cuerpo terrestre de nuestra casa este maravilloso mundo
nuestro planeta tierra parte y ser del gran y noble universo donde estamos.
quizás me digas o te digas soy un soñador
pero fe tengo que no soy el único filósofo de la reflexión poética,
fe tengo en mi ser humano en alma y cuerpo no perfecto
en este momento
muchos estemos unidos viviendo y disfrutando esta bella realidad necesitada.

y el planeta tierra será uno en un todo ser terrestre sin países ni fronteras
en sus mentes materialistas o físicas como seres humanos,
esos seres manipuladores que se creen amos y señores
de muchos
te y me pregunto que reflexionas tu podrías hoy ser uno
de nosotros.

sin la maldita necesidad de la avaricia o esa necesitada hambre en muchos
otros seres,
que nos o te están rodeando hoy a tu lado ahí en tu vecindario
que rico la bendita humanidad compartiendo el mundo nuestra bella casa,
quizás digas que soy un soñador
pero no soy el único y de eso estoy seguro en este momento y aquí,
espero y con mucha fe que tu y otros
estaremos juntos y el mundo será para estar y vivir todos siendo libres,
sin países o malditas fronteras con sus nombres manipuladores.

Alejandro Madriz Martínez