martes, 9 de mayo de 2017

MADRE


Una sola de tus miradas, flor en flor esperanza de luz
aferrada queda con tu aliento ya como brote del espíritu,
en la sensible madrugada la gravedad vuela
de pesares embalsamado de padecimiento el aire,
barca solitaria sanadora del sentido de la ausencia.

Mientras, como parte tuya los epígrafes coronan lo natural e inevitable,
el paradigma del vacío.
Se ha iluminado la hora y la mañana le ha sacado al grito el dolor del llanto.

Hoy eres hélice de identidad, sonámbulo flujo de vida
y tu riada de orgullo aval de tus augurios
y un azar de alas embravecidas voz de un clamor sobrehumano.

Mientras, los arrumacos de una luna indivisible vuelan con estruendo
hacia un rayo a brindarle ayuda,
el amor salpica y enardece las adelfas de un huerto de halos.

Proverbial amor en su albor
que desnuda promesas de prodigios
donde el relámpago, el cuerpo y la siembra
sublimes y ajenos dan fe de la metamorfosis.

Mientras, el plateado desquite de los confiados designios a tientas
se ha sentado en la virtud de una luciérnaga
por si una nube negra oscurece el alba.

¡Madre! el cultivo te paraliza las piernas,
paradoja de la señal de angustia,
rastrojo de fulgores calcinados
en tu dilatada raíz que reclama magia.

Mientras, intercede un mar de un frío que zarandea el aliento,
anclado corcel
que tapiza de azul mito un cielo labriego y fiero.

Espectro cerebral en un sumergido desplazamiento
que clama manantiales de desnudas imágenes,
ramos con auroras de lunas llenas,
sueño ceñido a la integridad de mil papiros
cuya receta repiquetea como huella
talismán medular flotando
en ella misma como devenir del tiempo.

Manuel Vílchez García de Garss.

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