lunes, 15 de mayo de 2017

DEDICADA AL ALMA DE MI MADRE


En la inquieta luz que divaga mi ser,
las hojas del ayer mueren
en cada brisa de otoño.
La muerte ronda la esquina del dolor.
En mis manos te cubro
con un manto liviano.

La muerte es un suspiro,
una pena que arde en la cicatriz de mi alma.
La soledad me inquieta sin tu presencia.
Tus pasos son huellas invisibles
en el transcurso del ayer,
del ahora,
estas aún se agitan como punzadas
ante tu viaje eterno.
A mi madre…

Sandra Vizconde Z.

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