lunes, 15 de mayo de 2017

COMO EL AMOR ORGANIZA SU CAOS



VUELVE la soledad, como un gato celoso,
a acurrucarse fiel en tu regazo. Como si el tiempo
no hubiera transcurrido, te enfrentas al espejo
y te desnuda. ¿Es que estuviste alguna vez acompañado?
Ahora el pequeño animal clava sus uñas
en el dolorido perfil de tu agonía. Pero no es sangre
lo que salta de tu piel violentada y tampoco acudirá
el llanto a inundar las tardes que te esperan. La memoria,
como un ordenador, ya fríamente almacenó los datos
y los tiene precisos a disposición de tu desesperanza.
El lugar de la acción, los besos derrochados, la alegría pasajera,
los viajes, el compartido anhelo de hacer eternas
fugacidad y dicha. La sorpresa de aquel monte
sagrado o el vértigo de la miseria, un terrible mediodía,
en la Medina de Fez, cuanto un fétido olor
te llevó hasta el desmayo. No faltará ni un solo día
del sueño que has creído palpable realidad.
Ni el fulgor de las islas, donde el mar es antiguo
y nacieron los dioses, ni la lluvia suave de aquella tarde,
en Oxford, cuando el té y los pasteles eran sólo
una excusa para descansar un momento y
asegurarte que era verdad la vida
y no un vano delirio decadente. Repasa
cada extremo. Es un informe exacto.
Nada quedó al albur de la palabra.
Todo se fue escribiendo poco a poco en tu piel.
Los días desdichados y el abismo que, como un pozo,
fue creciendo hasta dejar al fondo los deseos
y ofreceros en su cántaro viejo, la desgracia
y el agua sin fin de las tinieblas. Alguna vez sí fue
la sombra compartida y huyeron de vosotros
los gatos de la ira. Pero aquí ya lo tienes, escrito,
como una fría sentencia de juzgado:
No fue el amor, pero tuvo su nombre.
Fue la pasión y se quemó en tus brazos.

JOSÉ INFANTE -Málaga-
Publicado en Luz Cultural

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