Se ha ido la musa,
el lápiz no escribe,
la mente no produce,
el letargo agota.
La vida sigue
con musa o sin ella,
el poeta llora
su amnesia literaria
que añora,
lo que su mente envía
al papel en blanco
que da miedo y desolación
al no poder escribir.
¡Musa bendita!
¡Regresa a mí por amor a Dios!
Te necesito como el agua
a la vida
y el amor de una mujer.
Carlos Otero Juliao -Colombia-
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