Él la golpea. Golpearla ha pasado a costumbre. Esta vez al golpearla, él resbala, cae, necesita ir a un hospital. Le suplica. Ella no lo cree. Piensa que es ella quien necesita del hospital. Y se queda encogida para protegerse. Se reconoce víctima. Cuando ella vuelve a tener conciencia, están los dos en medio del basurero. De un círculo que ella ha trazado. A él lo ha arrastrado desde el coche para maldecirlo sin testigos. Y, decidiendo que es legítima defensa, ella lo patea horadando la tierra, enrareciendo el aire, oscureciendo la luna. ¡Ah, las tantas y tantas pesadillas, y ella que no lleva a cabo ni sueños ni propósitos!
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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