Estoy descendiendo de un acantilado… del borde
mismo de la locura… romancera la angustia que
no me soltaba la mano, la consciencia dormía…
No hace mucho pensaba lanzarme dormido, con
la sola intención de parar esos latidos; me resignaba
a todo, la nostalgia, el silencio y las clásicas tristezas
de amor que se acumularon mientras estaba despierto.
Curiosamente mi mente, en ese mismo instante me
proyectó al oído un susurro, oí tu voz, la frescura de
la vida de pronto volvió y toda una historia sumisa
y bella empezó a desdibujarse de las penas...
Dejé todos mis vestigios entre las afiladas piedras…
tu voz me llevó a la calma y a la creencia de algo puro…
lo hermoso y lo honesto de alguna manera se adhirió
con calidad idónea e intención a cada uno de mis poros…
de alguna manera soy dichoso al no lanzarme… y aquí
estoy de pie despierto,esperando oírte una vez más
con el pecho literalmente abierto
y empapado de versos…
Todo mi ser gravita en la
concepción del amor, en
esa maravilla que ya nos
envuelve a los dos…
Dócil y tierno es el elogio, que nos inspira a los dos
para darnos a entender el amor que tiene que nacer.
A pasos agigantados, colmaste de aromas mi interior
y te lo agradezco de corazón... Eres la linea de mis
poemas, el borde de mi alma y el aire de mi dedicación
me sumo a mis sentimientos con consciencia y te los
narro en versos; mis letras suspiran como niños encantados…
con la rigidez, entusiasmado, de mi adulto ser... me ubicas en
el sentido mayor, el gesto de la vida y entiendo por qué nací
poeta, razón honorable, orgulloso te digo...
Amo, tu condición de mujer, me estremeces el latir
con placer, para escribirte del amor que me halaga
como el privilegiado humano que querías para ti…
en tu vida, en tu corazón, y tus sentimientos me ven.
Son los cimientos para que tantas letras broten y te
componga con poesía, el agradecimiento por salvar mi vida.
No soy cantante , igual me atreví el cantarte al oído una Canción
de amor, tus susurros me inspiraron y sin más, todas mis alegrías
por conocerte, por tenerte y sobre todo por amarnos
con la sinceridad que se respira al imaginarnos llegaron...
tomados de la mano, sintiendo el camino.
Del libro Diario de una ilusión de
Enrique Arana Jáuregui -Perú-
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