REVERDECEN LAS ILUSIONES
Entre la lluvia de tus besos,
la escarcha de tus caricias,
el rocío de tus bálsamos,
y el aljófar de tu corazón.
¡Reverdecen las ilusiones!
Entre pétalos de afectos,
los peciolos de fervores,
la espesura de bondades,
el boscaje de antífonas.
¡Emergen las emociones!
Entre carmesí pasional,
el grisáceo - serenidad,
el castaño de efusión,
el morado de reflexión.
¡Retozan las algarabías!
Entre estío deleitable,
la primavera fastuosa,
el otoño de placidez,
el invierno extasiado.
¡Activan sentimientos!
LA EDAD ES CIRCUNSTANCIAL
¿Cuántos años tengo?
¡A quién le interesa, a nadie!
Tengo la edad que deseo y punto.
Es la edad que puedo saltar, brincar y decir las cosas sin temor lo que pienso.
Hago lo que me dicta el corazón, sin temor a la frustración o lo inexplorado.
Pues, señores tengo la Universidad de la experiencia de los años perdurados y la ternura de persuasión del mundo poético.
¡Qué importa cuántos años tengo!
No deseo contestar esta pregunta.
Sin embargo, unos me dicen que “he doblado la esquina” y otros “que estoy en la cumbre de mi desarrollo".
Pero la edad que tengo ni lo que la gente dice me importa; sino, lo que mi corazón juvenil siente y mi cerebro rejuvenecido se pronuncie.
Sí, tengo los años necesarios que la vida me ha dado para hacer lo que pienso, para realizar de acuerdo a la experiencia, para reconocer aberraciones pasados, corregir senderos y ATESORAR RIQUEZA ESPIRITUAL.
Todos opinan y dicen siempre:
¡Estás muy joven todavía, no lo obtendrás!
¡Estás muy viejo y cansado, ya no conseguirás!
Tengo la edad en que las cosas se miran con más sosiego, pero con gran beneficio de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños, pueden llegar a concretarse y las ilusiones se convierten en deseos concretos.
Tengo los años en que el amor, es más tolerante y muy complacido,
sé equilibrar el entusiasmo de una fogosidad apetecida, calmada y suave como las caricias de las brisas del mar.
Tengo el empuje y la capacidad emocional de dar un paso sostenido y seguro, no existe en mente la palabra ¡No puedo!
Ahora en mi edad otoñal, siento que la vida es más hermosa y fantástica, que vale la pena continuar viviendo y soñando; mientras Dios no me llame, seguiré bailando al ritmo y al compás que la vida me coloca en el pentagrama del vivir, y plasmando sentimientos que brotan del corazón y que convertidos en pétalos de versos románticos se esparcirán por el mundo entero.
J. Portella M. -Perú-
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