Estoy viendo pasar animales.
No miento. Ahora, sí, ahora,
acabo de ver un elefante,
con una larguísima trompa
y unos afiladísimos colmillos.
Detrás ha pasado una jirafa,
de cuello interminable,
a pasitos lentos, muy lentos.
Pero no queda aquí la cosa
porque sigue el desfile
y no de pacíficos animales
sino de los más feroces
comedores de carne: tigre,
león, pantera, lobo, hiena.
Un desfile terrorífico,
impresionantemente impresionante.
¿Adónde iban? ¿Qué buscaban?
No responderían porque no poseían
la facultad del habla.
Así que no sabría por sus bocas
que les traía hasta mi barrio.
Tocando un tambor apareció
un payaso de sombrero rojo,
soplando una trompeta
un payaso pelirrojo
y saltando y dando gritos
un payaso con una flor
en una enorme oreja.
Ya sabía. Eran los animales
y artistas de un circo.
Estaría instalado en las afueras.
Pero al pueblo no había llegado
en estos días ningún circo...
JOSÉ LUIS RUBIO
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