Un silencio de voces dormidas
enciende todo el ayer.
Se van desgranado uno a uno
los besos de aquél verano.
¿Qué guardan los rincones
de los que ya se fueron?
Encallan todas las estrellas en tu piel.
Se enciende tu voz entre mis versos fugaces.
Sé que vendrás esta noche y
todas las noches.
Un ramo de agua se anida
en alguna esquina del cielo.
Y en el silencio de mi alma
intento recordar tu voz que me nombra.
Tus manos hacen latir
toda la tierra.
Enhebran cada caricia
sobre mi cuerpo de espuma.
Cuando todo es noche
tus manos besan
el infinito de mi boca.
Silvia Suárez, de Martínez -Argentina-
Publicado en la revista Todas las artes
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