Etérea sobre mí, perfil desnudo
que presiento y me impulsa, mas no veo;
tú me rozas con mágico aleteo
las arpas de la mente a ritmo mudo.
Percibo tus estímulos, anudo
mi palabra a tu idea, y la moldeo
hasta darle el reflejo del deseo
que aspira hambriento a concretarse en nudo.
Me iluminas, me dictas, me sugieres
cuanto voy a escribir, y a tus poderes
relego la amplitud de mi tarea.
¿Dónde la innovación, o la elegancia,
de que presumo, si tu mano escancia
el vino que en mis versos burbujea?
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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