Habitas mi corazón: lo limpias, lo sacudes,
le abres sus ventanas,
dejas que la luz le alumbre,
le sueltas avecillas,
abrillantas su alcoba para hospedarte y distenderte,
cuelgas tus rizos y tus ojos en sus paredes,
y los enmarcas con tus manos de madera suave.
Por eso, no me encontrarás nunca en reposo:
vallado por ti, en ti incursiono,
reverbero en ti,
te siento,
estás en mí.
Del libro Poemas íntimos de
SALVADOR PLIEGO
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