martes, 25 de febrero de 2014

MUSLO


La mano le promete acoplamiento,
leve fricción, ambigua rozadura;
y el temblor que estremezca tu figura
provocará humedad y ofrecimiento.

Vibrante, estilizado, su momento
llega al compás del otro. La hendidura
que a ambos separa inicia la apertura,
y el ángulo se amplía en el intento.

El muslo es antecámara, gobierna
quién accede o no accede a la caverna
donde danzan las ninfas del placer.

Quien lo ha tocado sin rechazo, intuye
que tiene entrada libre. No se excluye
de la fiesta a quien ya empezó a ejercer.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
 

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