El sol deriva a poniente
las ruedas de su ocaso,
y despliega tanta belleza
de colores por el cielo,
que los pájaros suspiran
desde los palcos del aire.
Su luz emprende retirada
de estas esferas colgantes,
doblando las esquinas
por las planicies de la vida,
mientras el viento baila
con las voces del silencio.
La luna amarra ensueños
suspendida en su vértice,
entre tanto los mundos
por la vertiente abismal,
prosiguen su avance
entre vértigo y extravío.
Expansión y contracción
hasta lo intolerable,
y en los límites del tiempo,
la elocuencia del secreto,
la mano de obra cualificada
que vertebró el Universo.
Ricardo Miñana
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