Nos quedamos esperando esa palabra que nos nombre
y nos dimos cuenta que la espera no acaba con la noche
y que el sueño es inferior a cualquier deseo
cuando al despertar, al poner los pies sobre la tierra
vemos nuestra piel hecha de polvo, hecha de grietas.
Nos quedamos esperando esa palabra que nos nombre.
La voz de lo impalpable era lo único que nos sostenía.
Hasta que notamos que los gorriones también se vuelven aire pasajero
cuando acaba el concierto y solo quedan puños muertos.
Nos quedamos esperando esa palabra que nos diga.
Todas las noches nos protegíamos del reflejo oscuro
que venía desde muy lejos con malas noticias
hasta que nos cansamos y salimos a gritar.
A nuestro llanto se unieron otros llantos inferiores
que no nos consolaron pero que fueron el riego
que nos sembró en la tierra de por vida.
A veces te entiendo, solo a veces, mientras me pregunto
qué tipo de ser eras que ni siquiera el cielo pudo contenerte.
Te veo, a veces te veo cuando en la ventana hay un pájaro mudo
quieto y frágil, casi de porcelana.
El canto, el vuelo, la rama y el silencio
son tuyos aunque ahora ninguno proceda de tu boca
y a ellos te debes a pesar de que no puedas cantarlos.
Nos quedamos esperando esa palabra que nos nombre
esa palabra que nos diga.
OMAR GARZÓN PINTO
Publicado en Portal cultural Quira medios
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