jueves, 21 de enero de 2021

RECOGIENDO A NEZAHUALCÓYOTL

 

De la flor oscura vienes, Coyote hambriento, de la flor oscura

y del lago que emanaba sal y luego llanto extraño y niebla gris.

En ese lago que ahora es casi nada

ahora, cuando eres barro seco y cal forjada

yo te nombro y recuerdo que de la flor oscura vienes

y de la rivera que emanaba sal

de esa que es el vestigio de tu huella

testimonio de tu paso casi extinto.

Te veo en lo alto imponente

como jarilla que crece en los peñascos.

Te veo allí estirando tu mano fuerte 

hasta tocar el ombligo de la Luna 

con tu dedo largo sobre el horizonte que dominas.

Con los frutos del nopal construiste los castillos

que ensombrecieron a los hombres provenientes del oriente

y corrieron ante el imponente eco de tu aullido

que subía de vez en vez de la orilla de los lagos.

Vimos las flores marchitarse, entonces las nombraste:

florecieron de nuevo los jardines.

Algunas veces lloramos hasta que el llanto se hizo silencio.

Entonces alzaste tu voz y nosotros volvimos al canto.

No fuimos nosotros para siempre.

Nos deshicimos como el plumaje del quetzal que se desgarra.

Estuvimos sólo un poco aquí, pero tú no.

Tu nombre aún lo escriben las serpientes en el valle

tu rostro aún lo dibujan las aves en el lago

porque no brotaste en vano sobre la tierra,

Coyote hambriento, no viniste en vano

y fuiste el dueño de este rincón donde nace el aliento del jaguar.

El amor, si acaso, me alcanzo para acabar este poema.

A ti te alcanzó para mucho más:

 

Para amar el canto del cenzontle

Para amar el color del jade

Para amar al hombre mismo.

OMAR GARZÓN PINTO

Publicado en Portal cultural Quira medios


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