Hay unos ojos negros
que a mí me dan claridad
en las noches sin luna,
me suelen alumbrar,
los miré y aún que no fue cerca
su brillo pude mirar,
y es que son ojos morunos,
de esos que se miran en granada
de donde vienen sus raíces,
de la madre patria.
Tiene voz de ruiseñor
Yo de calandria,
qué bonitas se deben de escuchar
al llegar la alborada.
¡Qué bonito se siente la ternura
y el cariño al recibirlos!
se siente como cuando era uno niño;
porque pobre de aquel
que al niño perdió,
es como tener muerto el corazón.
Hoy escuché tu corazón palpitar
o tal vez era el mío
que en tu pecho retumbó,
no lo sé… no lo puedo asegurar,
pero solo sé que mis versos
de tu voz se pueden enamorar.
¡Que siga la poesía!
más tarde lo podemos asegurar.
María Regueira López
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