sábado, 24 de junio de 2017

EL ABRAZO DE VERGARA Y LA CULTURA EN EL PARLAMENTO ESPAÑOL


Sorprendió el ministro de Cultura de un gobierno por vocación inculto. Entregado a la lectura de Thomas Mann y Hana Arendt en el hemiciclo para zafarse del soponcio.

Al socaire de  sombras chinescas con cultura de fondo la Moción de Censura de Pablo Iglesias el de Podemos, no el Pablo Iglesias de profesión tipógrafo. Aquel, cuya voz escuchaba con inocencia  e interés Antonio Machado niño: “La voz de Pablo Iglesias tenía para mí el timbre inconfundible —e indefinible— de la verdad humana”. Cuando paseaba por el Retiro  de la mano de su padre.  Seguro que el abuelo de Pablo el de Podemos, también sentiría parecida emoción escuchando a su maestro del socialismo español.  Lo que me sospecho es que el nieto no conoce y no practica la frase de Thomas Mann: “Cada ser humano razonable debería ser un socialista moderado”.

Lo de recordar a Thomas Mann se debe a la presencia en el parlamento del ministro de Cultura del PP de “Por lo tanto, y el atrevimiento de entregarse a la lectura durante el largo y soporífero  debate,  del autor de La montaña mágica y Los Bruddenbrook (traducción exquisita al español de Isabel García Adánez), cogido del brazo de Hanna Arend.

Y me pregunto: ¿Pedantería calculada o distanciamiento de la plebe familiar? Considerando necesario recordarle a tan exquisito lector aquello de la muy amada Arendt: “La cultura de masas aparece cuando la sociedad de masas se apropia de los objetos culturales, entonces el peligro estriba en que el proceso social esos objetos resultarán literalmente devorados, consumidos y destruidos”. Luego si es amante de la buena cultura de la palabra escrita, me permito advertirle que la tribu a la que presta sus servició, está compuesta por una madeja de incultura vocacional efervescente, cercana a la quema de libros en la Plaza de la Ópera en Berlín el 10 de mayo de 1933.

Lo cierto es que nombres de autores de resonancia se colaron en el hemiciclo por parte de otros portavoces políticos. Iglesias el de Podemos, al parecer es un buen lector, aunque me temo que no ha leído el aforismo de Gracián “lo bueno, si breve, …" me emocionó recordando al inolvidable Vázquez Montalbán, mejor escritor de calidad que estalinista político. Sorpresivo el espontáneo Rivera de Ciudadanos mencionando al prodigioso D. Manuel Azaña. Y me pregunto si es fruto de ser lector serio y de calidad o bien se debe a influencias de José María Aznar, que por aquellos años de mandato hablaba catalán en familia,  y pregonaba a los cuatro vientos ser un fervoroso lector de Azaña, del poeta sevillano Luis Cernuda y del nostálgico Max  Aub. Tres plumas de respeto y admiración.

Paralelamente tenemos al nuevo PSOE de Sánchez sorprendido con el abrazo de Podemos, que me trae a la mente el histórico Abrazo de Vergara que se firmó en Oñate (Guipúzcoa el 31 de agosto de 1839 entre el general isabelino Espartero y trece representantes del general carlista Maroto que dio paz estrechada entre ambos generales. ¿Podrá la nueva ejecutiva socialista confiar en dicho envite?

Un ejemplo histórico que también tiene su cultura política: significó a Largo Caballero la traición del joven Santiago Carrillo como secretario de las Juventudes socialistas. Más de ochenta años se ha pasado el Partido Comunista de España intentando, por orden de Stalin, devorar al PSOE, sin conseguirlo. Hoy los comunistas, lamentablemente, han sido ingeridos por Podemos. Incógnita y paradoja, la posibilidad de embucharse igualmente al PSOE de Sánchez con el ardid de abrazo hermano. Remedo de “Dos pasos atrás, uno adelante” del camarada Lenin

Y como final, mi felicitación a Irene Montero, lástima que no haya leído a Gracián en aquello de “Lo bueno, si es breve, dos veces bueno". Corría el año 1647 del Siglo de Oro, cuando Baltasar Gracián publicó su no menos conocida obra literaria “Oráculo manual y arte de prudencia”. Prodigio que nunca leyeron políticos como Castro y Chávez. Y recuerdo con que pasión defendía Carlos Marx La comedia humana de Balzac. De igual manera, aunque con frialdad calculada, lo que significó para Lenin y su proyecto revolucionario la lectura de Anna  Karenina, la más emocional novela de amor de la historia. Y no olvidemos del marxista húngaro Georg Lukács (1885/04/13 - 1971/06/04), su magnífico ensayo sobre La montaña mágica de Thomas Mann. Y quede claro que no soy machista.

Francisco Vélez Nieto
Publicado en  MUNDIARIO.

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