jueves, 28 de mayo de 2015

NUMEN


"....Y canta, cantas por las noches parecida a la locura...."
(Leopoldo María Panero)

El reflejo de la noche en el charco
es una mentira que prevalece
sobre los envites de los autos.

La barra de un bar postrero
cuelga a la ramera musa
sonriendo desde su tatuaje
sobre el pezón.
La ginebra avala todos los dioses
desde la garganta a la cima de la lengua
como el ruido del corcho
circulando por la mente.
En el fondo del vaso urge pasión,
el impacto de una frase dolorida
que se diluye en la boca
con un acólito mutis protector.
Arrastrarse sobre perecederos mares
atropellando aceras y bordillos,
monigotes de barro repintados,
sueños descarriados asolados por crepúsculos;
el universo entero abigarrado
contra la cristalera del bar.
A la puta inspiración se le derrama
una lágrima de semen sobre el tatuaje
mientras se limpia las rodillas
del serrín de todos los egos.
Nadie inquieta a nadie
porque la espera es una muerte
adosada a los talones
latiendo en un decapitado segundero.

Al borde del último trago,
del poema que se enrancia en las entrañas,
una mirada al espejismo ebrio
que brota entre las nalgas de la noche.
El sonido de varias monedas
y el desplome irritado de un cierre
son una sobada fotografía
que embadurna la página en blanco.
Lo demás es una mentira
que prevalece grosera
sobre los envites de los autos.

MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-

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