Se ha movido el vaso
y yo no lo he tocado.
Estaba solo en la cocina.
Tú habías salido con la niña
a comprar los regalos
para tus tres hermanos.
Se ha vuelto a mover el vaso
y estaba muy alejado de mi mano.
Se ha quedado suspendido
en el aire y desde allí ha visto
mi cara de sorpresa
al ver como se pagaba la vela
sin que soplara nada de viento.
En la oscuridad el movimiento
del vaso se aceleró
y giró y giró y giró
sobre mi cabeza hipnotizándome,
enloqueciéndome, anulándome.
¿Qué te hice? ¿Quién eres?
¿Fui causa de tu muerte?
¿Cómo puedo liberarte
de ese mjndo asfixiante?
No quiero que tu espíritu me acose
eternamente día y noche.
JOSÉ LUIS RUBIO
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