Veo bajo tu piel, y oigo rumores,
procedentes del fondo de tu entraña,
que musitan mi nombre, entre maraña
de mil otros susurros tentadores.
Pienso que tú percibes los clamores
de mi sexo rebelde, ya en campaña
de persuasión. Alcázar o cabaña,
no me importa el lugar, mas los temblores.
Debajo tú de mí, febril y abierta,
temprana rosa que al albor despierta,
recibiendo del sol calor y vida.
Debajo yo de ti, en el ejercicio
de tu propia moción, cada intersticio
lleno de ambos, sin tiempo, sin medida.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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