Yo era un ángel aburrido
en el paraíso celestial
que un día pedí a Dios
bajar a un paraíso terrenal.
No tuve dudas al elegir.
Solicité un rincocito junto al mar.
Y allí me mandó Dios
para que matara mi aburrimiento
aunque mis padres serían
gente del pueblo,
trabajadores asalariados.
No tendría comodidades
por lo menos en mi infancia
después de mí dependería
si vivir junto al mar
era un infierno o un paraíso.
Ahora afirmo que vivo
en un paraíso y que no tengo
ganas de volver a ser un ángel
que espera su nuevo destino.
JOSÉ LUIS RUBIO
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