jueves, 24 de diciembre de 2020

NOMBRO OTRA VEZ LOS NOMBRES / ODA A LA MUJER

 

NOMBRO OTRA VEZ LOS NOMBRES


No olvides la plegaria en entredicho

evitar de la muerte su capricho

con un afán que caduca en la certeza

como flor al viento delicada

Sor Juana Inés de la Cruz

La existencia pasa, nuevas preguntas,

sustentan el corazón de trece criaturas.

TRECE ROSAS ROJAS podrán ser veneradas

con un amor escolar y la honorable reverencia

de quién fascina el espíritu, no es precisamente

Shakespeare quién compartió el convite con esa

actitud de noble emancipado y la quimera

de una infame historia.

La última estocada sobre la corona de Franco,

las diferencias entre el mundo- yo y el yo-mundo,

la indulgencia de Dios sobre lo que no puedo decir:

Ah!, y los sacrificios.

Cualquier pretexto tienen las arañas

para tejer versos.

No hay agua pasada, en el perfecto lugar donde

existe la pregunta. No hay hechicerías, ocultismo,

sólo vapor, de lo concreto a lo abstracto,

siglo a siglo.

Sólo rosas rojas y un solo Paraíso.

He meditado sobre el tema de la imposibilidad,

sobre la contagiosa matriz, sobre las leyes

y la justicia, sobre la inquietud de la respuesta.

Cenizo algo, dudo de lo que garrapateo,

de la perfección, aún soy incoherente.


Al poema le falta la mejor parte.

LAS TRECE ROSAS ROJAS nacen, vuelven a nacer.

Y sola voy con un verso entre las manos.

En la paz de una sola línea, cifro la utopía,

la mejor oración, y las anécdotas cuajadas

de mil lunas.

Nos queda el olor del instante,

la herencia de una canción nostálgica

y Las Trece Rosas crecen, vuelven a crecer

en el escape de las sombras, enérgico,

acendra la mirada. Fragmentos del pasado,

erigen el mito.

No podía ser ajena a cualquier realidad,

sin volver a los humos de la gloria.

La furia del almanaque no es ajena a mi recuerdo.

Giran las rutas ambiguas de mi ser,

sostengo la taza de té, el pan, y los suspiros

a las doce en punto de cualquier noche.

Los espectros nos eximen de la individualidad,

de la razón con esa racha ajena a cada paso

repitiendo la misma pregunta:

¿Por qué las rosas mueren?

Callo, alucino, con oliva en las sienes,

en todos los círculos de la Tierra.

Y los amigos muertos, muriéndose,

justo cuando es imposible ir al Paraíso.

No sé qué hacer con la pregunta. 

Evado algo ruidoso para llegar al sueño, y ver,

otra vez, a las trece rosas Rojas

cercadas cual llamas encendidas.

Siempre con una sonrisa a cuestas, con deliciosas

ganas de suplantar los epitafios y las hormigas.

Como no hay luz, las sombras crecen

por lo lineal que nos rodea

La Espergesia no me alcanza.

Podría escribir el gran poema y decir:

Soy una mujer

que anuncia la precaria línea de su sombra, se

esfuma, y vuelve a compartir el pan de cada día.

Quizás, no supe comprender la igualdad infinita

de la noche, y haya muchas noches

espléndidas para morirse.

Nombro, nombro, otra vez los nombres:

LAS TRECE Rosas Rojas

Y soy el sol o la respuesta: el amor vivo en los

versos de este poema que no regatea su reflejo.


ODA A LA MUJER

Naciste en el edén entre floridos jardines

hito de partida del nacer de los humanos;

por el universo caminaste en reflexiones

para crear y entregar a la vida amores,

construyendo con desvelos y amaneceres.

Mujer creadora de generaciones en vidas

sembraste semillas para existir en siglos;

haciendo diversos caminos en horizontes

para conquistar todos los continentes,

cruzando mares y espacios en dominios.

Cuando el hambre llama a tus puertas

llenas de alimentos de tu alma a tus hijos.

Cuando la sed reina en los desiertos

creas los oasis amplios para las vidas,

señalando la eternidad en confines.

Las guerras sembraron dolor en tus venas,

sangre derramada mancharon los países,

para cultivar mucho odio entre tus hijos;

así crearon el infierno en profundidades,

dejando luto en el corazón de los hombres.

En el Perú cuelgan en cuadros muchas,

mujeres heroínas en capítulos de historias,

que dejaron estela de enseñanza a jóvenes,

con sus vidas defendiendo a sus hijos,

bicolor en mano guiaron triunfos patrios.

Quisiera hoy cincelar en rocas de los andes

los nombres universales de las mujeres

que en la vida marcaron nuestras almas;

y agradecimiento que crearon estos versos

pidiendo gloria eterna a nuestras madres.

Mujer sobreviste en los tiempos,

te consagraste Virgen Madre de Dios

Madre de razas, naciones y masas.

Eres mujer abuela, madre, hija, y esposa

que te guarde los dioses de todos.

FELICIDADES MUJERES DEL UNIVERSO.

Thais Margarita Ballenilla Rodríguez

Poeta cubana miembro de la UNEAC.

Publicado en el libro Siempre iluminadas nunca olvidadas


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