domingo, 27 de diciembre de 2020

VIEJA NANA


Las luciérnagas de tus ojos

destruyeron el frescor de mi sonrisa

minando el caudal de mi alegría

que esa noche no encontró

un mar donde perderse.


Mirando bien, deteniéndome en los detalles,

observo que no son ojos, sino vulgares

lamparillas que el viento dejó encendidas

y que nada ven perdidas en un rincón

del cuarto vacío donde corre el silencio.


Están ahí, de pie, jugando con las sombras

dejando pasar entre sus llamas

un murmullo de frases sin sentido

escapadas de un rojo clavel

que duerme sobre una mesa de mármol.


Es una vieja nana que adormece

ocultando la vida en un jarrón

de cristal donde la luz refleja

la insignificancia de unos ojos

que sólo son dos lamparillas de aceite.


JOSÉ LUIS RUBIO 

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